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Capítulo 47: Obesidad y ejercicio físico

La obesidad indica un exceso de grasa corporal. Los límites por encima de los que se considera obesidad son 33% en mujeres y 25% en varones.

Aunque en algunas ocasiones pueda atribuirse a una patología concreta, generalmente se presenta sin una enfermedad que lo desencadene.

En un sujeto sano con el peso corporal equilibrado, cada se hidrolizan y sintetizan 200g de triglicéridos. Pero el tejido graso representa el mayor depósito de energía del cuerpo es un importante órgano secretor, y entre las sustancias secretadas merecen especial mención las siguientes:

  • Lipoproteínlipasa (LPL)
  • Leptina
  • Factor de necrosis tumoral a (TNF-a)
  • Inhibidor del activador del plasminógeno- 1 (PAI -1)
  • Angiotensinógeno
  • Proteína estimuladora de la acilación (ASP)

los obesos sufran algunas patologías asociadas, englobadas en el concepto del «síndrome del obeso», siendo las más características las siguiente:

  • ·       Aumento de grasa visceral.
  • ·    Cáncer.
  • ·       Diabetes tipo 2.
  • ·       Dislipemia.
  • ·       Hiperleptinemia plasmática.
  • ·       Hipertensión arterial.
  • ·       Intolerancia a la glucosa.
  • ·       Resistencia la insulina.
  • ·       Riesgo cardiovascular elevado.


El método más sencillo y extendido para el diagnóstico de obesidad es el cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC).

IMC = Peso (kg)/Estatura (m)2

Se considera como normal un IMC de entre 18,5 y 24,9 kg · m2, aunque existe cierta flexibilidad a la hora de relacionar éste con el nivel de salud. Se considera sobrepeso un IMC de entre 25 y 29.9 kg.m2, y la obesidad un IMC superior a 30 kg .m2

Las principales utilidades de esta clasificación mediante el IMC, según la Organización Mundial de la Salud son:

  • Comprobar el nivel de masa corporal dentro y entre poblaciones.
  • Identificar niveles de riesgo de morbi-mortalidad entre individuos o grupos.
  • Identificar prioridades para las intervenciones individuales o comunitarias
  • Establecer una base firme para valorar diversas estrategias sobre la salud.

Un estilo de vida sedentario es un importante factor de riesgo para ganar peso con la edad. Además, el sedentarismo en la obesidad o el sobrepeso, incrementa sensiblemente la probabilidad de ser afectados por trastornos físicos afectando o empeorando la calidad de vida.

Fisiopatología

Está relacionada con la progresiva reducción en la actividad física tanto la laboral como la propia del tiempo libre, siendo esta ultima las más significativa en las sociedades ricas, ya que es la más susceptible de variación.

El déficit de actividad física entre las 300 y 800 calorías diarias, que podrían equivaler al consumo energético producido por una marcha rápida de una a tres horas por jornada.

Aunque la obesidad puede tener ciertos componentes genéticos parece que su influencia es mucho menor que el sedentarismo aquí expresado.

Se ha comprobado que la obesidad infantil supone un enorme factor de riesgo para la obesidad del adulto.

Además, El depósito graso aumenta con la edad llegando a las mayores tasas entre los 55 y 65 años. Si bien las mujeres globalmente tienen mayor contenido graso que los varones las diferencias de género en cuanto a la prevalencia de obesidad depende mucho de la raza.

En definitiva, la transformación de glucosa en grasa está aumentada en los adipocitos de estos pacientes, mientras que la lipoproteínas lipasa (LPL) de tejido adiposo está aumentada, y este incremento es un factor de riesgo adicional para la ganancia de peso.

La obesidad visceral se asocia con la resistencia a la insulina, hiperinsulinemia, aumento de Apo B, aumento de los triglicérido en plasma, menor tamaño de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), y menor Lasa de colesterol asociado a las lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), lo que hace que se incremente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

las tasas reducidas de la hormona del crecimiento (CH) pueden favorecer el aumento de peso, y los obesos suelen tener bajos niveles de GH. A menudo sufren aumento de la respuesta e hiperactividad del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, y bajos niveles de andrógenos en varones y altos en mujeres.

En resumen, la fisiopatología de la obesidad consiste en un desbalance positivo crónico entre la ingesta y el consumo energético.

1-Consumo metabólico de reposo Resting metabolic Rate RMR (60-75%): energía necesaria para mantener las constantes fisiológicas, es decir, temperatura corporal, gradientes electrolíticos, trabajo cardiorrespiratorio, actividad neurológica y otro · procesos bioquímicos. Depende, principalmente, de la masa magra, aunque la edad, sexo, herencia, tamaño y composición corporal, temperatura, actividad física, estado nutricional y actividad hormonal ejercen también cierta influencia.

2- Efecto térmico de los nutrientes Thermic Effect of Food TEF (10%): energía empleada en la transformación, transporte y absorción de los alimentos. Así, el costo energético es mayor para las proteínas, intermedio para los hidratos de carbono y menor para las grasas.

3-Efecto térmico de la actividad física Therrnic Effect of Physical Acti.vity TEPA ( 15-50%): energía consumida por la actividad física muscular general, o sea laboral, de ocio, de transporte, etc. Además, la actividad física puede modificar el RMR incrementando el coste metabólico de reposo posejercicio, el efecto de las adaptaciones fisiológica inducidas por el entrenamiento, y ciertas variaciones en la dieta.

la obesidad es el resultado del desequilibrio entre el gasto y el aporte de energía. Esta energía procede, en el caso de nuestro organismo, de los principios inmediatos: carbohidratos, proteínas y grasas.

Los carbohidratos son el primer escalón en el suministro de energía. Cuando el consumo de carbohidratos excede los requerimientos, estos se convierten en grasas. el cuerpo humano cumple las leyes físicas, según el cual la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma.

Todo exceso de energía introducida cambia la energía interna del organismo y se transforma en energía química, y como principal almacén está el tejido graso. Un ingreso energético (IE) mayor que el gasto o consumo energético total (CET), inevitablemente causará un aumento del tejido adiposo, que siempre se acompaña del incremento de la masa magra, así como también del peso corporal, en cuyo control el CET desempeña una función importante.

Obesidad y ejercicio físico

La actividad física regular, de manera inversa al sedentarismo, permite un adecuado control del peso y de la masa grasa al incrementar el consumo energético diario durante el ejercicio en sí mismo y por un cierto tiempo después.

La relación inversa entre la actividad física y la obesidad suele encontrarse con la difícil barrera de la valoración objetiva del ejercicio físico, ya que la información procedente de las encuestas a menudo sufre las limitaciones de la tendencia a la exageración sobre ésta por parte de los pacientes obesos.

La inclusión de ejercicio en los programas de control de peso también puede influir favoreciendo la tolerancia psicológica de las dietas hipocalóricas, y por tanto mejorando la adherencia.

Valoración funcional

Resulta indispensable conocer:

  • las características específicas de cada paciente
  • la evolución del paciente
  • la edad de comienzo del sobrepeso
  • los antecedentes familiares
  • el menor peso que puedo mantener durante algunos meses o años
  • los tratamientos a los que se haya sometido
  • patrones de comportamiento personales, familiares y sociales
  • sus hábitos alimenticios 

Profundizaremos en las características de la actividad física desarrollada, tanto laboral, como de ocio y de trasporte: tipo, horario, planificación, socialización, equipo y material, percepción de la intensidad, frecuencia y constancia, factores de temporada, etc. La distribución de grasa es de suma importancia, ya que una obesidad androide (en forma de manzana) condiciona a un mayor riesgo para sufrir diabetes mellitus o enfermedad coronaria, que cuando la distribución es de tipo ginoide (forma de pera).

Tratamiento y prescripción del ejercicio

El objetivo primario del tratamiento de la obesidad consiste en la actuación sobre las dimensiones corporales, es decir la reducción del peso corporal, del IMC y de la masa grasa.

La consecuencia de este efecto primario se relaciona con los efectos que se producen sobre los indicadores de salud: mejora de la presión arterial, control de la glucosa, o perfillipídico.

El tratamiento de la obesidad es simple, ya que consiste en desequilibrar la balanza a favor del consumo energético, es decir consumir más calorías de las que se ingiere.

Toda persona con obesidad ha adelgazado alguna vez, pero la mayoría no ha mantenido el desequilibrio de manera permanente.

El objetivo inicial se debe perseguir en el tratamiento de la obesidad debería ser perder el 10% de peso corporal en los primeros cuatro a seis meses para después analizar los resultados y quizás prescribir un tratamiento de mantenimiento.

Además, el ejercicio físico regular es la mejor garantía para mantener a largo plazo el peso adecuado.



Ejercicio físico 

La actividad física voluntaria es un elemento de indudable utilidad en cualquier protocolo de tratamiento del sobrepeso o la obesidad.

Tengamos en cuenta, por ejemplo:

•una mujer de 70 kg caminando a 5 km h1 consume 250 kcal h1

•una mujer de 70 kg frotando a 10 km h1 consume 700 kcal h1

•un varón de 100 kg caminando 5 km h1 consume 350 kcal h1

•un varón de 100 kg tratando a 10 km h1 consume 1,000 kcal h1

Por tanto, la cantidad de peso que se puede perder cuando se utiliza el ejercicio físico como única herramienta es muy limitado.

El ejercicio asociado a la dieta puede no incrementar significativamente la pérdida de peso, aunque sí reduce la masa grasa, conservando la masa magra.

Se ha demostrado que un programa de siete días de ejercicio aeróbico es suficiente para iniciar la mejora de la sensibilidad de insulina (en mujeres) y el incremento de la intensidad o de la duración de las sesiones sin dietas u otras medidas adicionales ha de ser enorme para que se dé una pérdida de peso significativa.

El ejercicio mejora notablemente la autoestima, haciendo que se favorezca la a adherencia tanto a la dieta como a otros medios, incluso permite cierta flexibilidad en la restricción calórica.

No hay duda que convencer a la población para mejorar su nivel de actividad física es un logro favorable.

Pero desde el punto de vista de la salud pública es mucho más trascendente convencer a la población sedentaria que haga algún tipo de ejercicio, aunque sea moderado.

En muchas ocasiones, sugerencias sencillas como las siguientes pueden resultar de gran ayuda:

•camine después de comer.

•camine el lugar de hablar por teléfono

•utilice las escaleras.

•bájese el autobús o de su automóvil antes de su llegada y camine.

•juegue, activamente, con sus hijos y con su pareja.


Dietas 

Existe un gran número de dietas donde todas ellas deberían estar adecuadamente equilibradas y deberían garantizar el necesario aporte de nutrientes, vitaminas, oligoelementos, etc.

Cuando se asocia el ejercicio regular a estas dietas mejoran sensiblemente la función cardiovascular, la resistencia y el grado de autoestima, y si bien el efecto sobre la pérdida de peso es muy limitado, ya que una dieta con valor calórico inferior a 800 kcal suele tener un efecto muy acusado sobre el peso corporal.

Las dietas ordinarias bajas en calorías (1.500- 800 kcal/día) resultan especialmente recomendables para obesidades tipo I y Il, ya que contienen nutrientes suficientes para facilitar la adherencia, y si se asocian con ejercicio físico se minimiza la pérdida de masa magra.

El total de calorías debería estar distribuido de la manera siguiente:

•hidratos de carbono: 58%

•gracias:30%

-saturadas:8-10%

-monoinsaturadas<15% del total.

-colesterol<300mg

•proteínas: 12%

una dieta extremadamente baja en grasas (2% de la energía) y alta en hidratos de carbono provoca un descenso en la tasa de lipólisis total del organismo, oxidación de las grasas total y oxidación de los ácidos grasos no plasmáticos durante el ejercicio realizado en ayunas, además de una reducción de los triglicéridos intramusculares.


Consejos generales sobre alimentación

·        Beba leche desnatada.

·        Coma sólo si tiene hambre.

·        •Consuma aceite de oliva como principal fuente de grasas.

·        Evite los aperitivos.

·        Evite los dulces.

·        No coma más, si se encuentra moderadamente satisfecho.

·        Controle el tamaño de las racione.

·        consuma carne magra de pollo o pavo (sin piel).

·        evite fritos.

·        no coma más de 3 veces a la semana quesos o carnes rojas.

·        emplear frutas como postre. 

Educación sanitaria y otros medios adicionales

En muchos casos puede resultar beneficioso el tratamiento psicológico de apoyo. Resulta necesario que el paciente tome conciencia de las caloría y composición de lo que ingiere, y de la actividad física que realiza que se recomienda un control regular, al menos del peso, de su ingesta, y del ejercicio realizado, a cargo del propio enfermo.

Se debe recomendar comer sólo tres o cinco veces al día, no consumir alimentos fuera de los horarios de comidas, y servirse raciones controladas.

Los tratamientos quirúrgicos han de reservarse para situaciones extremas, con IMC superiores a 40 o cuando la obesidad se asocie a otras patologías que justifiquen el riesgo.


Guía para el diseño de un programa de entrenamiento para enfermos con sobrepeso y obesidad

 

1-ejercicios aeróbico.

 

objetivo:

  • Reducir peso
  • Aumentar la capacidad física general
  • Reducir el riesgo cardiovascular

 

·       Tipo: ejercicios que involucren grandes grupos musculares, como caminar, montar en bicicleta, nadar, otros ejercicios acuáticos, remar…

·       Frecuencia: cinco-siete días a la semana.

·       Duración: 40-60 minutos (o dos sesiones diarias de 20-30 minutos).

·       Intensidad: 50-70% de V02pico· Consumo energético: 700-2.000 kcal · semana· 1 (300-50 kcal · día·').

·       Observaciones: debe darle prioridad a la duración sobre la intensidad.



2. Ejercicio de fuerza

 

objetivo:

  • Mejorar o mantener el peso magro.
  • Mejorar las actividades de la vida diaria.

 

·       Tipo: pesos libres, cintas elásticas, máquinas ...

·       Frecuencia: dos-tres veces · semana· 1 (no en días consecutivos).

·       Duración: 10-15 repeticiones/serie; una-tres series por ejercicio; 8-1 O ejercicios.

·       Intensidad: partir del 60% de 1-RM, con incremento gradual según mejora.

·       Observaciones: se puede comenzar con ejercicios de carga del propio cuerpo; intercalar con ejercicios aeróbicos. Puede resultar útil el uso de máquinas adaptadas.



3. Ejercicio de flexibilidad

 

objetivo:

  • Mantener y mejorar la amplitud articular.
  • Mejorar el equilibrio y la marcha.
  • Reducir riesgo de lesiones osteoarticulares

 

·       Tipo: estiramientos.

·       Frecuencia: cinco-siete veces · semana· 1

·       Duración: 10-30 segundos por ejercicio de cada grupo muscular principal.



4. Calentamiento y vuelta a la calma

 

 

 

REFERENCIA

López chicharro J. y Fernández vaquero A. (2006).

Fisiología del ejercicio editorial médica panamericana



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